miércoles, 9 de febrero de 2022

Jitomate y estrella de mar (pedazos de La danza de los gavilanes)

        

 Jitomate y estrella de mar

 Debido a la chata y estrellada forma que adquirió entre las páginas del cuaderno, la flor de jitomate titila, cómplice, su correspondencia con la estrella de mar que adorna un estante de mi librero.


                 Una frente a otra, parecen abrir sus extremidades para abrazarse con la familiaridad de dos paisanas que se encuentran en el extranjero, aunque en realidad provienen de orígenes casi incompatibles. Sustraídos de su entorno natural y transterrados en el ámbito de la lectura y la escritura, estos astros de distintos reinos (vegetal y animal) aplanan sus diferencias fisiológicas y comparten una misma función tipográfica dentro de los ámbitos textuales que las envuelven. asteriscos empleados para indicar la llamada a una nota de pie de página o, mejor dicho, para señalar que con ellos se abre, en los niveles inferiores, el comentario.[i]

 

 

 

La flor del jitomate (solanum lycopersicum según la clasificación científica, xitómatl en náhuatl, aadi-maxi en otomí, bachuga en cuicatleco, be-thoxi, bi-tuixi, pe-thoxi, bichoaxhe o pe-thoxe en zapoteco   tiene unas florecillas

 

Escribo esto en el Cuaderno de los nombres. El mío es Ixtab Xitómatl Labusty y todas las noches le rezo a mi nariz para que se ponga gorda. Por las mañanas, compruebo en el espejo que ha crecido un poco. Durante un tiempo, mi nariz tuvo la forma de una flor amarilla mirando el suelo, como

 

 Girasoles para Pierre Herrera

 

Ayer, en la sala del consultorio dental, observé con detenimiento Los girasoles (1888) de Van Gogh. El cuadro, una copia exacta, fue pintado en Dafen, una villa china de pintores en la provincia de Shenzen, y recorrió miles de kilómetros para llegar a esa pared. Entonces recordé que Los girasoles en realidad es una serie de cuadros. Van Gogh pintó tres cuadros con quince girasoles en un jarrón, dos con doce girasoles, uno con cinco, y otro con tres. Se considera que la versión de quince girasoles, resguardada en la National Gallery de Londres, es la primera versión final. En realidad, no existe una versión final. Tengo dos dientes falsos, solo yo y mi dentista lo sabemos.

                 Mi amigo Pierre Herrera escribió la primera versión del párrafo anterior. Siempre me ha parecido que él y yo somos versiones distintas de una misma persona.

 

 Tiempo de azucena. Al considerar la escritura, entre otras cosas, como un arte más, es difícil lograr la separación que pueda establecerse frente a las otras disciplinas. En todo caso, si jugara a que la literatura se pueda apartar de las demás artes, lo que busco en ellas es la forma con la que se cuentan para estructurar sus narraciones. Lo que aprendo de ellas es su forma de construcción. Eso no lo busco ni en la realidad, ni en los sueños que acostumbro experimentar, ni en la remembranza de un estado divino que me acompaña la mayor parte del tiempo. Aquellos estados que no pertenecen al plano de lo artístico se mantienen invariables a pesar de las circunstancias. Como una azucena después de haberse encontrado sometida a la lluvia”. Mario Bellatin, Registro de las flores, en Obra reunida 2, Alfaguara, México, 2014■ Flores ■ Escritura ■ Arte ■ Estructurar narraciones ■


Mastuerzos, las primeras flores de este Rumbo que yo, Indra Floripondio Atopohaua, intento escribir con un método simétrico parecido al que, imagino, desplegaba Jipila en el ayate limpísimo.


Lo que pertenece al ámbito artístico se construye y desarticula según decisiones narrativas específicas susceptibles de ser imitadas o transformadas, como los puestos de los tianguis. El puesto ambulante de Jipila −apenas un ayate− fascina por la selecta meticulosidad de las mercancías y los señuelos irresistibles de quien atiende. Sin embargo, dentro de las páginas de Los bandidos de Río Frío, es otro puesto el que sueño a menudo...

 

 Yo también tengo un estado divino que me acompaña todo el tiempoEscribir como la herbolaria que en la banqueta o la plaza tira la tilma y dispone sobre ella montoncitos de elementos narrativos. Salir a las calles, al mercado, al tianguis y al metro a observar los puestos ambulantes. Estudiar las distintas formas que el llamado comercio informal construye todo el tiempo. El chachareo como taller de escritura creativa:

 Tiempo de clavel

       Creer que cuando me encuentro realizando alguna acción...

...Ayate/tilma de Juan Diego: flores  

                                                             Como le sucedió a Bohumil Hrabal durante la escritura de su novela Yo serví al rey de Inglaterra, sin leer bien las letras en el cuaderno debido al resplandor del sol, escribo el inicio de este libro el 6 de octubre de 2021 a las 14:33 horas, en el costado sur de la Plaza de la República, Colonia Tabacalera de Ciudad de México, presidido por el Monumento a la Revolución, de espaldas a la fuente de piedra negra que, cual espelunca manantía, sirve de refugio y baño a los indigentes de la zona, mismo escenario donde cierta vez presencié la pelea de una tribu de niños de la calle contra una banda de adolescentes hijos de papi. En el punto álgido del tiro limpio entre los dos líderes, el mero mero de los niños de la calle (flaco rayado en camiseta tirahuesos, tenisotes patinetos, pelo eléctrico de cerillo azabache saiyajin e impecable biogotillo cantinflesco) empuñó el puñal que a la sorda traía entuzado en los calzones    


¿Dónde estoy?

¿Canin ye nicah,

canin ye ninottah?

¿Cuix ye oncan

inin quitohtehuaque huehuetque

tachtohuan, tococolhuan,

in Xochitlalpan,

in Tonacatlalpan?


Jamaica

 

La Ciudad de México en el Tiempo

7 hdeh septciembrgfSse ans lusngasoom 14:32  · facebook

Navegando en el Canal de la Viga a finales del siglo XIX. La vista es hacia el norte a la altura de la actual calle de Yunque, y en el fondo se encuentra el puente que unía las calzadas de Santa Crucita y de la Resurrección; esta vía hoy es la Avenida del Taller.

Imagen: Mayo & Weed, New York Public Library
En Google Maps: 
https://goo.gl/maps/Cm5eXx3EucJ1ys3L7

 

Tlatoani_Cuauhtemoc

@Cuauhtemoc_1521

 

Fotografía del antiguo mercado de Jamaica, instalado en las orillas del canal y después calzada de La Viga. Se ubicaba entre Calz de Chabacano y el Taller.En 1957 se reubicó en el espacio que hoy conocemos, donde anteriormente estuvo la estación del Ferrocarril de Río Frío. #cdmx

 

Arquitectos: Félix Candela, Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares.

23 de septiembre de 1957, Adolfo Ruiz Cortínes

 

http://delishussd.blogspot.com/2016/05/mercado-de-jamaica-uno-hito-cultural.html

https://www.metro.cdmx.gob.mx/la-red/linea-4/jamaica

 

 Sobre los árboles que se necesitan para fabricar  postes voladores

Recuerdo que lo imaginé así porque por esos días yo me encontraba enfrascado en la lectura de una investigación acerca de los árboles adecuados para fabricar un palo volador, es decir, un poste de madera igual al que se utiliza en la Danza de los gavilanes, también nombrada Danza del mono, Danza del dios del cacao o Danza de los voladores de Papantla, según el lugar y la época de Mesoamérica en que unx se encuentre.

“Los huastecos actuales prefieren para sus palos el tronco de un árbol de la familia de las flacurtiáceas; pero en la zona de montes donde esos árboles son raros, no dudan en recurrir a los árboles de la familia de las sapotáceas. En las tierras frías de las montañas de Guatemala los quichés utilizan troncos de pino, y los antiguos aztecas debieron hacer lo mismo en las altas planicies del México central”.

 El cuaderno para los nombres de personajes (Dramatis personae)

 

El show de cocina tradicional con títeres más popular del lago de Texcoco

 

 

“Tlapiques: Lo Que Aparece En El Lugar De Lo Que Desaparece”

 

(Estos hechos no están en el pasado

pero, a través del tiempo, los adivino)

 

Dentro de un patio de la localidad de San Bernardino, Texcoco, en el centro del escenario montado entre el gallinero y el tlecuil, el cocinero Omar El Titiritero (discípulo aventajado del difunto don Yuri de Gortari, que Dios agasaje en santo convite de delicias allá arriba en el cielo) esperó a que el director de producción Abraham (comiéndose un tlale picosito con la mano izquierda y sosteniendo abierto un ejemplar borgiano de El otro, el mismo con la diestra) indicara a la revolucionaria maestra Virginia, mediante gesto cantinflesco de cejas, el momento preciso para hacer sonar la claqueta y dar inicio a la filmación con un discurso titulado “Lo Que Aparece En El Lugar De Lo Que Desaparece”.

            Expectantes, lxs invitadxs a la grabación del programa nos encontrábamos sentadxs, en respetuoso silencio, bebiendo a sorbos un delicioso atole de maíz azul que sabía a nube, obra sutilísima de Doña Elvira, la abuela de todxs.

Puesto que Omar El Titiritero es un hombre de muy pocas palabras cuando habla sin la prótesis de sus guiñoles, se limitó a decir, epigramático, que así funciona el mundo:

-Una cosa se va y otra viene -declaró. 

Mientras tanto, su hermano Remedios, el biólogo factotum de la familia oculto bajo la mesa del escenario, accionaba un juego de poleas para abrir un escotillón que, con lentitud, hizo desaparecer el recipiente con la masa para los tamales de aceituna y lo sustituyó con un fastuoso séquito de cazuelitas de barro copeteadas de charales, tripitas encilantradas, cebolla fileteada, chiles rojos, sal de grano, epazote y un tompiate con hojas secas de maíz.

-Si en el teatro envuelto del tamal la masa es la indiscutible protagonista al grado de que hay tamales que son puro y delicioso monólogo masudito, en la fiesta del tlapique la masa se retira y en su lugar se posicionan otros personajes -explicó Remedios con voz engolada y circense desde abajo de la mesa. 

-Tienes razón, oculto hermano Remedios. Un tlapique es un tamal sin masa pero también es mucho más que eso. Ya lo veremos -dijo Omar mientras tomaba con la mano izquierda una hoja de maíz a manera de muñequita guiñol. 

-Tlapique (tlapictli, en náhuatl) significa envuelto en hojas de maíz -dijo la Hoja Seca de Maíz y en verdad parecía una ranchera güera, con su boquita pintada de rojo y su rubia melena de elote-. Los hay de nopales con carne molida, como los que hacen en Milpa Alta, o de ¡mmm! ex-qui-si-tas tripitas y su-cu-len-tos charales, como los que hoy vamos a cocinar, muñequitos y muñequitas.

-¡Omar, otra vez se te olvidó invitar al público a suscribirse a nuestro canal de Youtube!  

-Tienes razón de nuevo, Remedios, pero no culpes a Omar de ese yerro sino a mí -contestó la Hoja Seca de Maíz-. De hecho, ahora que lo mencionas, también olvidé mandar saludos a nuestros anfitriones de San Bernardino, este bello pueblo ribereño cuyo gentilicio es las ranas, por la abundancia que hay de estos anfibios en sus campos y charcas de chilacastle, sobre todo en la temporada de lluvias. ¡Besitos, ranitas! 

-¡Saludos a las ranas! -gritaron los demás ingredientes al unísono- ¡Nunca dejen de croar ni de defender el territorio! Jamás lo olviden: ¡La tierra no se vende, se ama y se defiende!

-¡La tierra no se vende, se ama y se defiende! -a destiempo gritó Remedios, destemplado energúmeno emergiendo desde abajo de la mesa con machete de utilería en mano, dispuesto a defender la tierra, pero los pies se le enredaron y con estrépito dio de bruces en el suelo (las cámaras lo siguieron). Se trataba de uno de sus gags más reconocibles, que de forma infalible despertaba la carcajada del público y de los títeres sobre el escenario. Tras largos segundos de risas, aplausos y vítores (Remedios recibiendo flores del público y haciendo reverencias agradecidas), se retomó la preparación de los tlapiques, ahora explicada por un charal meticulosamente disfrazado con ropas de caporal y un pequeño bigote que, gracias a la voz ventrílocua y a los dedos ágiles de Omar, cobraba vida en lo que era un claro homenaje a don Yuri de Gortari:  

-Como ya se dijo, la nomenclatura gastronómica y la etimología nahua dictan que un tlapique es un envuelto en hojas de maíz, como los tamales, pero carente de masa. Ahora bien, el asunto tiene sutilezas porque un tlapique deja de ser un genérico tlapique para convertirse en mextlapique cuando las hojas de maíz se rellenan con pescado (michin, en náhuatl). Surge así, debido “a permutaciones de letras y a complejas variaciones”, el michin tlapictli, simplificado fonéticamente por por la banda como mextlapique. En este caso somos nosotros, los charales, quienes iremos envueltos en las hojas de maíz, pero antes solía usarse para los mextlapiques un pescadito endémico de los lagos y acequias de la Cuenca de México, el cual era tan socorrido en la preparación de este platillo, que su nombre se confunde con el de aquel. Me refiero al mexclapique o, según la clasificación científica, Girardinichthys viviparus.

-¡Uyuyuy, hay un montón de historias que contar acerca del compañero mexclapique! Podríamos pasar aquí todo el día... -interrumpieron, emocionadas hasta las entrañas, las tripitas encilantradas, retorciéndose como gusarapos entre las manos de Omar El Titiritero. 

-La historia del mexclapique es, sin duda y ante todo, una historia de resistencia popular -con voz rasposa, ojos rojos y un intenso olor a hierba, El Epazote tomó la palabra. Al escucharlo, los presentes callaron respetuosamente porque en todos lados donde se para El Epazote tiene fama de viejo sabio, muy leído e informado-. Su historia es también la nuestra, compañerxs, nomás que su caso está más canijo todavía porque el pueblo mexclapique se encuentra a un paso de la extinción -hizo una pausa para encender un cigarro y continuó-. ¿Quieren saber la verdad? Hay fuerzas malignas que nos quieren desaparecer. Cuando yo era joven y estudié en la Facultad de Filosofía y Letras, entendí mal el concepto estoico llamado apatheia, bla, bla, bla, bla...

(A partir de los puntos suspensivos, fue imposible continuar el registro de lo sucedido ese día durante la preparación de los tlapiques en San Bernardino. Dicha falla técnica -que solo puede achacarse al descuido de uno de los integrantes del Recetario cripto-fantástico de Texcoco- no tiene importancia, puesto que, por fortuna, Brenda Anayatzin realizó unas estupendas fotografías que documentan por sí solas la receta. Además, el capítulo “Tlapiques: Lo Que Aparece En El Lugar De Lo Que Desaparece” se encuentra disponible en el canal de Youtube de El show de cocina con títeres más popular del lago de Texcoco. No obstante, creemos que es importante desarrollar a continuación unos cuantos incisos que echarán luz sobre ciertos aspectos importantes).

 

Mexclapique

“Como muchas otras cuestiones, el tema de la ictiofauna de la Cuenca tiene muchos problemas abiertos. ¿Cuáles y cuántos peces había en las aguas de qué lagos? De la información que discutiré a continuación se deduce que había una población piscícola sumamente elevada.” Gabriel Espinosa, “4. Los peces del lago” en El embrujo del lago, UNAM, México, 1996, p. 115, >Este equipo>Descargas>Libros descargados IctiofaunaCuenca de MéxicoLagosPoblación elevadaLo que aparece en el lugar de lo que desaparece

 

En este asunto ictiológico hay un dilema ortográfico. Muchas personas suelen decir y aun escribir mexcalpique (el corrector de Google Drive así lo sugiere), quizá para evitar el doble sonido consonántico cl que, sumado al de por sí complejo x, altera la castiza pronunciación del castellano ideal. Sin embargo, la forma correcta es mexclapique o mezclapique, como postula el Diccionario de Mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua con base en la siguiente cita de Los bandidos de Río Frío, de Manuel Payno: “Uno de mis muchachos está sentado en un puesto cercano al de Cecilia, comiéndose un taco de mezclapiques con aguacate”. XZTacoMexclapiqueAguacateRecetario cripto-fantástico del lago de TexcocoTianguis

 

La cita de Payno oscila entre lo exótico, lo público y lo delicioso cifrado en las manos de un muchacho.  

 

“Yacapitzahuac, Iztamichin o Mexclapique -- Girardinichthys viviparus (Bustamante). Sin duda el pez nativo más ampliamente distribuido en el Valle de México, además del más abundante. Bustamante, en 1837, lo encontró en lagunas y acequias de México. Según Álvarez del Villar y Navarro (1957) es el primer pez descrito por un mexicano; no dudamos que por la fecha de descripción sea incluso el primer vertebrado descrito por un naturalista mexicano.” Biólogo Pedro Reyes Castillo, “Fauna de la Cuenca del Valle de México”, Memoria de las obras del Sistema de Drenaje Profundo del Distrito Federal, Tomo I “Descripción de la Cuenca”, Departamento del Distrito Federal, México, D.F. 1975, p.157

 

acerca del mexclapique es la presencia de dicho pescadito en el espacio público del mercado, “en un puesto cercano al de Cecilia”, con la naturalidad de lo que es muy común o abundante. Lo mismo puede apreciarse en el artículo pionero de Miguel Bustamante y Septiem titulado “Descripción del Mexclapique (Cyprinus viviparus)”, aparecido en 1837 dentro de las páginas de la famosa publicación el Mosaico mexicano. Se trata del primer artículo científico realizado por un mexicano para describir un pez nativo. Ahí Bustamante precisó los caracteres específicos del mexclapique (“este pescado comunísimo en las lagunas y acequias de México se diferencia de otras especies porque la dorsal y la anal constan de 14 a 16 radios y la caudal de 28 a 30. Tiene el cuerpo de una y media a dos pulgadas de longitud, de color parduzco en el dorso y blanquecino todo lo demás, esta lleno de fajas blancas que varían en amarillas cuando se infune en aguardiente para conservarlo[…]”) y señaló que era probablemente el mismo pez descrito en el siglo XVI, con los nombres de yacapitzahuac o itzácmichin, por el protomédico Francisco Hernández.

Pues bien, Miguel Bustamante apuntó lo siguiente a propósito de la abundante presencia del mexclapique en la vida y la dieta de los habitantes de la Cuenca de México: “Abunda dicho pescado en los contornos de México, tanto en las aguas corrientes como en las encharcadas, procrea en todos los tiempos, y se vende con frecuencia en las plazas y mercados; aunque su consumo es entre la gente pobre, suele comerse todo entero cuando son pequeños, y despojados de la cabeza y cola cuando son grandes; se preparan de varias maneras y no es desagradable su sabor si se le junta con una buena salsa."

Hoy en día, la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza considera al mexclapique en Peligro Crítico de Extinción, lo que quiere decir que el pez ha mostrado “una fuerte caída de entre un 80% y un 90% de su población en los últimos 10 años o 3 generaciones, fluctuaciones, disminución o fragmentación en su rango de distribución geográfica, o una población estimada siempre menor que 250 individuos maduros.”  

 

   

 

El mexclapique (Girardinichthys viviparus) es una especie de pez endémico de los ríos y lagunas de la Cuenca de México.

 

(La resistencia popular del).  entender la pluralidad de naciones, de pueblos diferentes pero intercontectados. Saber vivir. La Princesa Mononoke. Las naciones trenzadas en un complejo vivir y morir, pero también saber que pertenecer a un pueblo no te hace responsable de los actos de tus congéneres

  que no es lo mismo que la apatía específico aspecto daba la impresión de haber llegado de un largo viaje a pie-.  pesadadel mexclapique es una historia de resistencia es Para empezar es necesario decir que se trata de un animalito en permanente y heroico estado de resistencia, como nosotras mismas y como todxs ustedes, pues ¿acaso dudan de que estar aquí, cocinando estos platillos antiguos de honda raíz biocultural, en compañía de ingredientes hermosos y personas bellas, sea una declaración de lucha, un acto de agonismo político?

-No lo dudamos ni un instante -contestó el epazote, oloroso-. pero nosotras queremos precisar que el pez mexclapique no es totalmente endémico de la Cuenca de México, pues se le ha visto también en la cuenca alta del Pánuco, es decir en el río Tula y en las presas Requena y Endhó del estado de Hidalgo. El mexclapique no tiene preferencia por algún tipo de ecosistema, se desarrolla de manera adecuada tanto en aguas corrientes, como en cuerpos lacustres naturales y artificiales cuya temperatura mantenga un promedio de 20 grados centígrados; de la misma forma se le encuentra en aguas dulces y en otras con altas cantidades de sales, como las del lago de Texcoco. Sin embargo, pese a su gran adaptabilidad, se  El michin que con mayor frecuencia se utilizaba para los mextlapiques era 

 

En la preparación del tlapique desaparece el vapor de agua como agente de cocción y en su lugar aparecen el tlecuil y el comal, a cuyo ardor son relajados los tlapiques hasta que las hojas de maíz se chamuscan y el interior queda bien cocido. “Un tlapique es, pues, un tamal tatemado pero también, obviamente, es mucho más que eso”.

 

 

 💥👽👾❤

3 de mayo, casilla del calendario donde pasan ciertas cosas que no se repiten el resto del año 

 

            ***Una limusina en San Salvador Atenco***

 

A bordo de una limusina conducida por un joven chofer de no malas barbas, lxs amigxs del Recetario biocultural del lago de Texcoco (gafas negras y bastones con empuñaduras de marfil) llegamos a la plaza principal de San Salvador Atenco. Ahí, tras recibir un mensaje de celular con la ubicación correcta, instruimos al conductor para que nos llevara al parque Los Ahuehuetes, donde se encontraba reunida la comitiva que nos guiaría durante el largo recorrido ritual del 3 de mayo, aniversario de la represión perpetrada por el Estado mexicano contra el pueblo de Atenco. 

            En la avenida Parque Nacional, justo frente a la entrada de Los Ahuehuetes, vimos a Ignacio Nacho del Valle, arengando con chistes jocosos a un grupo de personas con machetes. Le pedimos al joven chofer que estacionara la limusina a un lado del corro. Nacho, al vernos, interrumpió su discurso, se acercó a nuestro vehículo, se asomó por una de las ventanillas abiertas y dijo:

            -A este parque llamado Los Ahuehuetes se venía a inspirar Netzahualcóyotl, acompañado de doscientas doncellas. Como pueden ver, la inspiración es un don que las personas de Atenco heredamos de nuestros antepasados.

Nosotrxs, desde los asientos abullonados, hicimos un brindis por la inspiración, entre risas, silbiditos y arrumacos. 

-¡Pero basta de risas, compañerix! !Vámonos ya porque las comadritas y los compadritos nos esperan en la Santa Cruz del cerro Tepetzingo, primera parada dentro de la Odisea de hoy. 

Dejamos el parque y avanzamos en caravana rumbo al cerrito Tepetzingo. La cabecera municipal de San Salvador Atenco muy pronto desdibujó su traza urbana y desplegó la ondulante planicie del campo, superficie antes cubierta por agua: el drenado y sometido a procesos de “desciclo” hidrológico lago de Texcoco.

Cabe señalar que el 3 de mayo no solo se conmemora la represión estatal contra el pueblo de Atenco. La fecha es un palimpsesto de efemérides. Ese día se celebra uno de los hallazgos arqueológicos más importantes para la religión católica: la “Invención de la Santa Cruz” (invenio, en latín, significa descubrir), realizada por Santa Elena Emperatriz de Constantinopla en el año 326. Bizantina, empoderada y recién convertida al Cristianismo, Flavia Julia Elena estaba empeñada en encontrar a toda costa una reliquia del Hijo de Dios. Para ello viajó a Tierra Santa y se dirigió al Monte Calvario. Como muestra de que en aquellos años el Cristianismo no era popular ni siquiera en Jerusalén, se encontró con que, encima del lugar de la Crucifixión, los gentiles habían levantado -¡oh, pagana abominación lúbrica!- un templo a Afrodita. Ofendida en su fe, la emperatriz alzó la mano diestra y, con anillado dedo mayestático, señaló el templo de la diosa, gesto que sus siervos entendieron y acataron con inmediatez: al cabo de dos días, ya no quedaba en pie ni una columna del templo venéreo: en su lugar había un agujero donde Elena buscaba reliquias enterradas. Fue al tercer día (casilla calendárica correspondiente al 3 de mayo) que ella misma exhumó la terrible cruz en la que tres siglos atrás judíos y romanos habían clavado y matado a Jesús de Nazaret.

En México, los albañiles tienen el patronazgo de la Santa Cruz, y celebran en esa fecha la fiesta de su gremio. Asimismo, el 3 de mayo en Mesoamérica se realiza una festividad agrícola en la que se ofrendan cosas, se realizan ritos, se truenan cuetes, se hacen bailes, se congregan lxs campesinxs, se come de fiesta y se realizan libaciones para que la inminente temporada de lluvias sea propicia y ayude a obtener abundantes cosechas.

Lo más común es que el tres de mayo el campo tenga tonalidades secas: aún no llueve, pero si todo va bien y las cabañuelas son promisorias, pronto lo hará. Hundido en el asiento abullonado de la limusina, bebiendo sorbitos de una infusión de ipomea camino al Tepetzingo, contemplando a través de la ventanilla el paisaje árido de las sementeras sin germinar (aquello tenía cierto aspecto rulfiano), recordé la leyenda inquietante que días atrás había leído en las páginas del Recetario de Cocina Tradicional y Lacustre de los Pueblos Originarios de Tláhuac CDMX y Narraciones del Pasado (agradezco a mi amiga Olivia Teroba el haberme obsequiado ese libro). En la página 33 de dicha publicación, bajo el rubro temático de “Historias de vida de los pueblos de Tláhuac”, se lee el testimonio del campesino Fidel Rosas Hernández, de 68 años de edad, vecino del pueblo de Santa Catarina Yecahuitzotl:

Tres de mayo, Día del encanto

Un día subí al cerro, aquí en Tlaltenco hay varios cerros: les llamamos peñitas. Subí por un caminito que divide una milpa grandota. El camino llega a un potrero. Era el mes de mayo, estaba todo árido ¡muy árido! Ya no había nada de cosecha ¡y de repente!, como un manchón, divisé un cultivo de maíz verde ¡verde! ¡Verde hasta las espigas, con sus calabacitas y su frijol! El maíz estaba en su plenitud. Me quedé mirando y me pregunté: ¿quién sembraría? Pensé: ¿maíz pepenado? ¡No puede ser! El maíz pepenado es el que cae durante la pizca y, si fuera el caso de que germinara, ¡no estaría así de chulo! 

Me fui con mis perros que me acompañan siempre y, al llegar a casa nomás se lo conté a mi esposa. A través del tiempo, le platiqué a un señor lo sucedido. Él me dijo que tal vez era el Día del encanto: Si tú hubieras entrado ahí a la milpa, te hubieras quedado atrapado, sin poder salir, pero tú no te das cuenta y nadie te puede rescatar hasta pasado un año. Se dice que, antes, los viejitos te podían rescatar, pasado un año, a la misma hora. Cuentan que el padre los preparaba para ello, pero que, si no te rescataron ese día, tiene que pasar otro año y esperar la misma fecha y la misma hora.

Cuentan que el tres de mayo se abren unas cuevas en los cerros, aquí en cerro de Santa Catarina, en el cerro de la Estrella, también cuentan que en Jalisco. Aquí trabajando en el campo, a veces escuchaba aullar un perro, escuchaba que chillaba como si lo estuvieran maltratando mucho. Al principio pensé en salir de mi terreno de cultivo y subir al cerro a ver qué le pasa al animal, pero me detenía porque presentía que eso no era nada bueno. Actualmente han pasado más de veinte años y, en ocasiones, sigo escuchando al perro, pero allá arriba ¡no hay nadie! 

 

      

***La Santa Cruz del cerro Tepetzingo***

 

Con una estela de polvo que permaneció unos instantes sobre el aire antes de esfumarse, la caravana se detuvo en las faldas del Tepetzingo. Nosotrxs descendimos, como estrellas de rock, de la limusina. Bajo la sombra de unos pirúes escrofulosos, los compadritos y las comadritas de los pueblos esperaban la llegada de la comitiva. El día era amarillo y gris, blanco, café y acaso, por obra del encanto, verde. La terrosa llanura ondulante subrayaba con visiones de sed el hecho eco-histórico de que antes todo esto era agua y el Tepetzingo, isla. La vista del horizonte era borrosa: había mucha neblina o humo o no sé qué. Mayo es el mes de los incendios, me dije. 

La genteEn la falda oriente del pequeño pero muy noble, sagrado, simbólico y estratégico cerro Tepetzingo [poner aquí sus características geoestratégicas, militares...)], la Santa Cruz de madera alcanzaba una altura de seis o siete metros. El viento movía con dramatismo los adornos de tela y papel que la engalanaban. De fuste recto y muy firme consistencia -diríase que endurecido por la intemperie-, el madero vertical era un tronco que muy bien podría haber servido como palo volador, es decir, como un poste de madera igual al que se utiliza en la Danza del volador, también llamada Danza de los gavilanes, Danza del mono, Danza del dios del cacao o Danza de los voladores de Papantla, según el punto de Mesoamérica donde uno se encuentre. 

De hecho, cuando vi la Santa Cruz, ese obelisco perpendicular del sacrificio, esa aguja de canevá encuadernadora de épocas, ese impresionante axis mundi de la resistencia popular, De hecho, cuando vi esa Santa Cruz exhumada por Elena de Constantinopla bajo el templo de Venus ahí en el cerro Tepetzingo, me vino a la mente la pintura que más me obsesiona. Un óleo de título y artífice desconocidos que, de hecho, he fantaseado robar de noche, cuando la fiesta se va con su rumba a otro lado y solo quedan las ratas y los fantasmas de los toreros muertos. 

Me refiero a ese cuadro que quienes conocen la cantina La Faena (en la calle Venustiano Carranza del Centro Histórico de la Ciudad de México) han visto, si practican la disciplina de la observación curiosa.  

 

Punteada por la solemne fiesta de una circunspecta pirotecnia de cuetes tronadores, una ofrenda de flores, dulces y palabras al pie de la cruz cobijó las memorias de Alexis Benhumea y Javier Cortés, y las voces de lxs presentes hicieron eco de la digna resistencia que perdura e inunda el territorio visible desde la cima. Lxs mayores nos contaron historias sobre el paisaje acuático y las orquestas de pájaros que antes habitaban la zona. 

 

*

A continuación, nos desplazamos rumbo a la Ciénaga de San Juan, cuerpo de agua colindante con la valla perimetral que cerca el terreno del aeropuerto que no fue. Asistimos a una exposición cartográfica trazada en la tierra para representar las dinámicas de flujos de agua que alimentan el territorio y los flujos de poder que pretenden cambiar su forma y sentido. 

 

*

La siguiente parada fue en casa de Nieves, punto neurálgico de la lucha y espacio de afecto, donde nuestra anfitriona nos convidó su receta y un banquete de tortitas de ahuautle con arroz y frijoles, además de sopecitos copeteados de salsa verde y nopales. Recuperadas las fuerzas en la generosidad de esta mujer admirable, nos dirigimos rumbo al último lugar a visitar: la parcela de César del Valle, prototipo de un modelo agroecológico completo que cultiva tanto vegetales comestibles como plantas arvenses y que representa un oasis exuberante de polinizadores, rodeado por tierras que intentan resistir a la lógica del monocultivo. Ahí presenciamos un experimento alimentario y cultural que, enunciado en palabras de sus creadores, plantó en nosotrxs reflexiones sobre la familia campesina, la relación del campo de Atenco con la Ciudad de México, la organización colectiva y otras ideas nutritivas.

 

 

[i]La correspondencia hermética entre lo superior y lo inferior −y por lo tanto entre lo visible y lo invisible− se activa en el cuerpo del texto a través de este tipo de asteriscos referenciales, de la misma manera como las estrellas marinas de las profundidades y las flores de las praderas abren notas acerca del discurso de los cuerpos celestes.

Es así como “la suprema especulación tipográfica promueve la metamorfosis del mundo en libro”, escribió Roberto Calasso en Los jeroglíficos de Sir Thomas Browne, obra donde hablaba de sí mismo fingiendo hablar de alguien más:

 

Lo que interesa a Browne y lo que mueve constantemente su investigación de la naturaleza es más bien una especie de teología de la naturaleza, un desciframiento de las realidades divinas inscritas en aquel cuerpo de enigmas. “Pues en este gran conjunto de la naturaleza hay una serie de cosas que llevan escrito en la frente, aunque no con letras mayúsculas sino en una suerte de estenografía y con caracteres abreviados, algo de teología, y ese mensaje, para los intelectos más sabios, sirve de faro que guía por el abismo del conocimiento”.

 

            En nombre de Browne, Calasso  No era ni la primera ni la última vez que Calasso hacía de su objeto de estudio (en este caso Sir Thomas Browne) un elemento retórico más. Las cualidades y posturas intelectuales que señalaba en el personaje histórico le servían para decir cosas sobre sí mismo que la delicadeza le impedía expresar en primera persona. hizo hablaba oblicuamente, son dos cosas que se me acaban de ocurrir.me hacen recordar el e-pub Objetos no identificados de Pierre Herrera, donde se presenta una página-pantalla constelada de asteriscos tipográficos sobre los que el lector-usuario debe hacer click para acceder a distintas notas al pie de página y de esa forma componer una narrativa que resulta siempre cambiante.

 

[ii]¿Dónde estoy? / ¿Dónde me veo? / ¿Tal vez allá, / donde dejaron dicho los ancianos, / Nuestros antepasados, nuestros abuelos, / en la Tierra florida, Xochitlalpan, / en la Tierra de nuestro sustento, Tonacatlalpan?”

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario