Una
frente a otra, parecen abrir sus extremidades para abrazarse con la
familiaridad de dos paisanas que se encuentran en el extranjero, aunque en
realidad provienen de orígenes casi incompatibles. Sustraídos de su entorno
natural y transterrados en el ámbito de la lectura y la escritura, estos astros
de distintos reinos (vegetal y animal) aplanan sus diferencias fisiológicas y
comparten una misma función tipográfica dentro de los ámbitos textuales que las
envuelven. asteriscos empleados para indicar la llamada a una nota de pie de
página o, mejor dicho, para señalar que con ellos se abre, en los niveles
inferiores, el comentario.[i]
La
flor del jitomate (solanum lycopersicum según la clasificación
científica, xitómatl en náhuatl, aadi-maxi en otomí, bachuga en
cuicatleco, be-thoxi, bi-tuixi, pe-thoxi, bichoaxhe o pe-thoxe en
zapoteco tiene unas florecillas
Escribo
esto en el Cuaderno de los nombres. El mío es Ixtab Xitómatl
Labusty y todas las noches le rezo a mi nariz para que se ponga gorda. Por las
mañanas, compruebo en el espejo que ha crecido un poco. Durante un tiempo, mi
nariz tuvo la forma de una flor amarilla mirando el suelo, como
Ayer, en la sala del consultorio dental,
observé con detenimiento Los girasoles (1888) de Van Gogh.
El cuadro, una copia exacta, fue pintado en Dafen, una villa china de pintores
en la provincia de Shenzen, y recorrió miles de kilómetros para llegar a esa
pared. Entonces recordé que Los girasoles en realidad es una serie de
cuadros. Van Gogh pintó tres cuadros con quince girasoles en un jarrón, dos con
doce girasoles, uno con cinco, y otro con tres. Se considera que la versión de
quince girasoles, resguardada en la National Gallery de Londres, es la primera
versión final. En realidad, no existe una versión final. Tengo dos dientes
falsos, solo yo y mi dentista lo sabemos.
Mi
amigo Pierre Herrera escribió la primera versión del párrafo anterior. Siempre
me ha parecido que él y yo somos versiones distintas de una misma persona.
Lo que pertenece al ámbito artístico se construye y desarticula según decisiones narrativas específicas susceptibles de ser imitadas o transformadas, como los puestos de los tianguis. El puesto ambulante de Jipila −apenas un ayate− fascina por la selecta meticulosidad de las mercancías y los señuelos irresistibles de quien atiende. Sin embargo, dentro de las páginas de Los bandidos de Río Frío, es otro puesto el que sueño a menudo...
Yo
también tengo un estado divino que me acompaña todo el tiempoEscribir como la
herbolaria que en la banqueta o la plaza tira la tilma y dispone sobre ella
montoncitos de elementos narrativos. Salir a las calles, al mercado, al
tianguis y al metro a observar los puestos ambulantes. Estudiar las distintas
formas que el llamado comercio informal construye todo el tiempo. El chachareo
como taller de escritura creativa:
Tiempo
de clavel
Creer que cuando me encuentro realizando alguna
acción...
...Ayate/tilma de Juan Diego: flores
Como le
sucedió a Bohumil Hrabal durante la escritura de su novela Yo serví al rey de Inglaterra, sin leer bien las letras en el cuaderno debido al
resplandor del sol, escribo el inicio de este libro el 6 de octubre de 2021 a
las 14:33 horas, en el costado sur de la Plaza de la República, Colonia
Tabacalera de Ciudad de México, presidido por el Monumento a la Revolución, de
espaldas a la fuente de piedra negra que, cual espelunca manantía, sirve de
refugio y baño a los indigentes de la zona, mismo escenario donde cierta vez
presencié la pelea de una tribu de niños de la calle contra una banda de
adolescentes hijos de papi. En el punto álgido del tiro limpio entre los dos
líderes, el mero mero de los niños de la calle (flaco rayado en camiseta
tirahuesos, tenisotes patinetos, pelo eléctrico de cerillo azabache saiyajin
e impecable biogotillo cantinflesco) empuñó el puñal que a la sorda traía
entuzado en los calzones
¿Dónde estoy?
¿Canin ye nicah,
canin ye ninottah?
¿Cuix ye oncan
inin quitohtehuaque huehuetque
tachtohuan, tococolhuan,
in Xochitlalpan,
in Tonacatlalpan?
Jamaica
La
Ciudad de México en el Tiempo
7 hdeh septciembrgfSse ans lusngasoom 14:32 · facebook
Navegando en el
Canal de la Viga a finales del siglo XIX. La vista es hacia el norte a la altura
de la actual calle de Yunque, y en el fondo se encuentra el puente que unía las
calzadas de Santa Crucita y de la Resurrección; esta vía hoy es la Avenida del
Taller.
Imagen: Mayo & Weed, New York Public Library
En Google Maps: https://goo.gl/maps/Cm5eXx3EucJ1ys3L7
Fotografía del antiguo mercado de Jamaica, instalado en
las orillas del canal y después calzada de La Viga. Se ubicaba entre Calz de
Chabacano y el Taller.En 1957 se reubicó en el espacio que hoy conocemos, donde
anteriormente estuvo la estación del Ferrocarril de Río Frío. #cdmx
Arquitectos: Félix Candela, Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares.
23 de septiembre de 1957, Adolfo Ruiz
Cortínes
http://delishussd.blogspot.com/2016/05/mercado-de-jamaica-uno-hito-cultural.html
https://www.metro.cdmx.gob.mx/la-red/linea-4/jamaica
Recuerdo que lo imaginé así porque por
esos días yo me encontraba enfrascado en la lectura de una investigación acerca
de los árboles adecuados para fabricar un palo volador, es decir, un
poste de madera igual al que se utiliza en la Danza de los gavilanes, también
nombrada Danza del mono, Danza del dios del cacao o Danza de los voladores de
Papantla, según el lugar y la época de Mesoamérica en que unx se encuentre.
“Los huastecos actuales prefieren para
sus palos el tronco de un árbol de la familia de las flacurtiáceas; pero en la
zona de montes donde esos árboles son raros, no dudan en recurrir a los árboles
de la familia de las sapotáceas. En las tierras frías de las montañas de
Guatemala los quichés utilizan troncos de pino, y los antiguos aztecas debieron
hacer lo mismo en las altas planicies del México central”.
El
show de cocina tradicional con títeres más popular del lago de Texcoco
“Tlapiques: Lo Que Aparece En El Lugar De Lo Que Desaparece”
(Estos hechos no están en el pasado
pero, a través del tiempo, los adivino)
Dentro de un patio de la localidad de San Bernardino,
Texcoco, en el centro del escenario montado entre el gallinero y el tlecuil, el
cocinero Omar El Titiritero (discípulo aventajado del difunto don Yuri de
Gortari, que Dios agasaje en santo convite de delicias allá arriba en el cielo)
esperó a que el director de producción Abraham (comiéndose un tlale picosito
con la mano izquierda y sosteniendo abierto un ejemplar borgiano de El
otro, el mismo con la diestra) indicara a la revolucionaria maestra
Virginia, mediante gesto cantinflesco de cejas, el momento preciso para hacer
sonar la claqueta y dar inicio a la filmación con un discurso titulado “Lo Que
Aparece En El Lugar De Lo Que Desaparece”.
Expectantes, lxs
invitadxs a la grabación del programa nos encontrábamos sentadxs, en respetuoso
silencio, bebiendo a sorbos un delicioso atole de maíz azul que sabía a nube,
obra sutilísima de Doña Elvira, la abuela de todxs.
Puesto que Omar El Titiritero es un hombre de muy pocas
palabras cuando habla sin la prótesis de sus guiñoles, se limitó a decir, epigramático,
que así funciona el mundo:
-Una cosa se va y otra viene -declaró.
Mientras tanto, su hermano Remedios, el biólogo factotum de
la familia oculto bajo la mesa del escenario, accionaba un juego de poleas para
abrir un escotillón que, con lentitud, hizo desaparecer el recipiente con la
masa para los tamales de aceituna y lo sustituyó con un fastuoso séquito de
cazuelitas de barro copeteadas de charales, tripitas encilantradas, cebolla
fileteada, chiles rojos, sal de grano, epazote y un tompiate con hojas secas de
maíz.
-Si en el teatro envuelto del tamal la masa es la
indiscutible protagonista al grado de que hay tamales que son puro y delicioso
monólogo masudito, en la fiesta del tlapique la masa se retira y en su lugar se
posicionan otros personajes -explicó Remedios con voz engolada y circense desde
abajo de la mesa.
-Tienes razón, oculto hermano Remedios. Un tlapique es un
tamal sin masa pero también es mucho más que eso. Ya lo veremos -dijo Omar
mientras tomaba con la mano izquierda una hoja de maíz a manera de muñequita
guiñol.
-Tlapique (tlapictli, en náhuatl) significa envuelto
en hojas de maíz -dijo la Hoja Seca de Maíz y en verdad parecía una
ranchera güera, con su boquita pintada de rojo y su rubia melena de elote-. Los
hay de nopales con carne molida, como los que hacen en Milpa Alta, o de ¡mmm!
ex-qui-si-tas tripitas y su-cu-len-tos charales, como los que hoy vamos a
cocinar, muñequitos y muñequitas.
-¡Omar, otra vez se te olvidó invitar al público a
suscribirse a nuestro canal de Youtube!
-Tienes razón de nuevo, Remedios, pero no culpes a Omar de
ese yerro sino a mí -contestó la Hoja Seca de Maíz-. De hecho, ahora que lo
mencionas, también olvidé mandar saludos a nuestros anfitriones de San
Bernardino, este bello pueblo ribereño cuyo gentilicio es las ranas, por
la abundancia que hay de estos anfibios en sus campos y charcas de chilacastle,
sobre todo en la temporada de lluvias. ¡Besitos, ranitas!
-¡Saludos a las ranas! -gritaron los demás ingredientes al
unísono- ¡Nunca dejen de croar ni de defender el territorio! Jamás lo olviden:
¡La tierra no se vende, se ama y se defiende!
-¡La tierra no se vende, se ama y se defiende! -a destiempo
gritó Remedios, destemplado energúmeno emergiendo desde abajo de la mesa con
machete de utilería en mano, dispuesto a defender la tierra, pero los pies se
le enredaron y con estrépito dio de bruces en el suelo (las cámaras lo
siguieron). Se trataba de uno de sus gags más reconocibles, que de forma
infalible despertaba la carcajada del público y de los títeres sobre el
escenario. Tras largos segundos de risas, aplausos y vítores (Remedios
recibiendo flores del público y haciendo reverencias agradecidas), se
retomó la preparación de los tlapiques, ahora explicada por un charal
meticulosamente disfrazado con ropas de caporal y un pequeño bigote que,
gracias a la voz ventrílocua y a los dedos ágiles de Omar, cobraba vida en lo
que era un claro homenaje a don Yuri de Gortari:
-Como ya se dijo, la nomenclatura gastronómica y la
etimología nahua dictan que un tlapique es un envuelto en hojas de maíz,
como los tamales, pero carente de masa. Ahora bien, el asunto tiene sutilezas
porque un tlapique deja de ser un genérico tlapique para convertirse en mextlapique
cuando las hojas de maíz se rellenan con pescado (michin, en
náhuatl). Surge así, debido “a permutaciones de letras y a complejas
variaciones”, el michin tlapictli, simplificado fonéticamente por por la
banda como mextlapique. En este caso somos nosotros, los charales,
quienes iremos envueltos en las hojas de maíz, pero antes solía usarse para los
mextlapiques un pescadito endémico de los lagos y acequias de la Cuenca de
México, el cual era tan socorrido en la preparación de este platillo, que su
nombre se confunde con el de aquel. Me refiero al mexclapique o, según
la clasificación científica, Girardinichthys viviparus.
-¡Uyuyuy, hay un montón de historias que contar acerca del
compañero mexclapique! Podríamos pasar aquí todo el día...
-interrumpieron, emocionadas hasta las entrañas, las tripitas encilantradas,
retorciéndose como gusarapos entre las manos de Omar El Titiritero.
-La historia del mexclapique es, sin duda y ante todo, una
historia de resistencia popular -con voz rasposa, ojos rojos y un intenso olor
a hierba, El Epazote tomó la palabra. Al escucharlo, los presentes callaron
respetuosamente porque en todos lados donde se para El Epazote tiene fama de
viejo sabio, muy leído e informado-. Su historia es también la nuestra,
compañerxs, nomás que su caso está más canijo todavía porque el pueblo
mexclapique se encuentra a un paso de la extinción -hizo una pausa para
encender un cigarro y continuó-. ¿Quieren saber la verdad? Hay fuerzas malignas
que nos quieren desaparecer. Cuando yo era joven y estudié en la Facultad de
Filosofía y Letras, entendí mal el concepto estoico llamado apatheia,
bla, bla, bla, bla...
(A partir de los puntos suspensivos, fue imposible
continuar el registro de lo sucedido ese día durante la preparación de los
tlapiques en San Bernardino. Dicha falla técnica -que solo puede achacarse al
descuido de uno de los integrantes del Recetario cripto-fantástico de Texcoco-
no tiene importancia, puesto que, por fortuna, Brenda Anayatzin realizó unas
estupendas fotografías que documentan por sí solas la receta. Además, el
capítulo “Tlapiques: Lo Que Aparece En El Lugar De Lo Que Desaparece” se
encuentra disponible en el canal de Youtube de El show de cocina con
títeres más popular del lago de Texcoco. No obstante, creemos que es
importante desarrollar a continuación unos cuantos incisos que echarán luz
sobre ciertos aspectos importantes).
Mexclapique
“Como muchas otras cuestiones, el tema de la ictiofauna de
la Cuenca tiene muchos problemas abiertos. ¿Cuáles y cuántos peces había en las
aguas de qué lagos? De la información que discutiré a continuación se deduce
que había una población piscícola sumamente elevada.” Gabriel Espinosa, “4. Los
peces del lago” en El embrujo del lago, UNAM, México, 1996, p. 115,
>Este equipo>Descargas>Libros descargados ⏯Ictiofauna⏯Cuenca de México⏯Lagos⏯Población elevada⏯Lo que aparece en el lugar de lo
que desaparece⏯
En este asunto ictiológico hay un dilema ortográfico.
Muchas personas suelen decir y aun escribir mexcalpique (el corrector de
Google Drive así lo sugiere), quizá para evitar el doble sonido consonántico cl
que, sumado al de por sí complejo x, altera la castiza pronunciación del
castellano ideal. Sin embargo, la forma correcta es mexclapique o mezclapique,
como postula el Diccionario de Mexicanismos de la Academia Mexicana de
la Lengua con base en la siguiente cita de Los bandidos de Río Frío, de
Manuel Payno: “Uno de mis muchachos está sentado en un puesto cercano al de
Cecilia, comiéndose un taco de mezclapiques con aguacate”. ⏯XZ⏯Taco⏯Mexclapique⏯Aguacate⏯Recetario cripto-fantástico del lago de Texcoco⏯Tianguis⏯
La cita de Payno oscila entre lo exótico, lo público y lo
delicioso cifrado en las manos de un muchacho.
“Yacapitzahuac, Iztamichin o Mexclapique -- Girardinichthys
viviparus (Bustamante). Sin duda el pez nativo más ampliamente distribuido en
el Valle de México, además del más abundante. Bustamante, en 1837, lo encontró
en lagunas y acequias de México. Según Álvarez del Villar y Navarro (1957) es
el primer pez descrito por un mexicano; no dudamos que por la fecha de
descripción sea incluso el primer vertebrado descrito por un naturalista mexicano.”
Biólogo Pedro Reyes Castillo, “Fauna de la Cuenca del Valle de México”, Memoria
de las obras del Sistema de Drenaje Profundo del Distrito Federal, Tomo I
“Descripción de la Cuenca”, Departamento del Distrito Federal, México, D.F.
1975, p.157
acerca del mexclapique es la presencia de dicho pescadito
en el espacio público del mercado, “en un puesto cercano al de Cecilia”, con la
naturalidad de lo que es muy común o abundante. Lo mismo puede apreciarse en el
artículo pionero de Miguel Bustamante y Septiem titulado “Descripción del
Mexclapique (Cyprinus viviparus)”, aparecido en 1837 dentro de las
páginas de la famosa publicación el Mosaico mexicano. Se trata del
primer artículo científico realizado por un mexicano para describir un pez
nativo. Ahí Bustamante precisó los caracteres específicos del mexclapique
(“este pescado comunísimo en las lagunas y acequias de México se diferencia de
otras especies porque la dorsal y la anal constan de 14 a 16 radios y la caudal
de 28 a 30. Tiene el cuerpo de una y media a dos pulgadas de longitud, de color
parduzco en el dorso y blanquecino todo lo demás, esta lleno de fajas blancas
que varían en amarillas cuando se infune en aguardiente para conservarlo[…]”) y
señaló que era probablemente el mismo pez descrito en el siglo XVI, con los
nombres de yacapitzahuac o itzácmichin, por el protomédico
Francisco Hernández.
Pues bien, Miguel Bustamante apuntó lo siguiente a
propósito de la abundante presencia del mexclapique en la vida y la dieta de
los habitantes de la Cuenca de México: “Abunda dicho pescado en los contornos
de México, tanto en las aguas corrientes como en las encharcadas, procrea en
todos los tiempos, y se vende con frecuencia en las plazas y mercados; aunque
su consumo es entre la gente pobre, suele comerse todo entero cuando son
pequeños, y despojados de la cabeza y cola cuando son grandes; se preparan de
varias maneras y no es desagradable su sabor si se le junta con una buena
salsa."
Hoy en día, la Lista Roja de Especies Amenazadas de la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza considera al
mexclapique en Peligro Crítico de Extinción, lo que quiere decir que el pez ha
mostrado “una fuerte caída de entre un 80% y un
90% de su población en los últimos 10 años o 3 generaciones, fluctuaciones,
disminución o fragmentación en su rango de distribución geográfica, o una
población estimada siempre menor que 250 individuos maduros.”
El mexclapique (Girardinichthys viviparus)
es una especie de pez endémico de los ríos y lagunas de la Cuenca de México.
(La resistencia popular del). entender la pluralidad de naciones, de pueblos diferentes
pero intercontectados. Saber vivir. La Princesa Mononoke. Las naciones
trenzadas en un complejo vivir y morir, pero también saber que pertenecer a un
pueblo no te hace responsable de los actos de tus congéneres
que no es
lo mismo que la apatía específico aspecto daba la impresión de haber llegado de
un largo viaje a pie-. pesadadel mexclapique es una historia de
resistencia es Para empezar es necesario decir que se trata de un animalito en
permanente y heroico estado de resistencia, como nosotras mismas y como todxs
ustedes, pues ¿acaso dudan de que estar aquí, cocinando estos platillos
antiguos de honda raíz biocultural, en compañía de ingredientes hermosos y
personas bellas, sea una declaración de lucha, un acto de agonismo político?
-No lo dudamos ni un instante -contestó el epazote,
oloroso-. pero nosotras queremos precisar que el pez mexclapique no es
totalmente endémico de la Cuenca de México, pues se le ha visto también en la
cuenca alta del Pánuco, es decir en el río Tula y en las presas Requena y Endhó
del estado de Hidalgo. El mexclapique no tiene preferencia por algún tipo de
ecosistema, se desarrolla de manera adecuada tanto en aguas corrientes, como en
cuerpos lacustres naturales y artificiales cuya temperatura mantenga un
promedio de 20 grados centígrados; de la misma forma se le encuentra en aguas
dulces y en otras con altas cantidades de sales, como las del lago de Texcoco.
Sin embargo, pese a su gran adaptabilidad, se El michin que con
mayor frecuencia se utilizaba para los mextlapiques era
En la preparación del tlapique desaparece el vapor de agua
como agente de cocción y en su lugar aparecen el tlecuil y el comal, a cuyo
ardor son relajados los tlapiques hasta que las hojas de maíz se chamuscan y el
interior queda bien cocido. “Un tlapique es, pues, un tamal tatemado pero
también, obviamente, es mucho más que eso”.
3 de mayo, casilla del calendario donde pasan
ciertas cosas que no se repiten el resto del año
***Una
limusina en San Salvador Atenco***
A bordo de una limusina conducida por un joven chofer de no malas
barbas, lxs amigxs del Recetario biocultural del lago de Texcoco (gafas negras
y bastones con empuñaduras de marfil) llegamos a la plaza principal de San
Salvador Atenco. Ahí, tras recibir un mensaje de celular con la ubicación
correcta, instruimos al conductor para que nos llevara al parque Los
Ahuehuetes, donde se encontraba reunida la comitiva que nos guiaría durante el
largo recorrido ritual del 3 de mayo, aniversario de la represión perpetrada
por el Estado mexicano contra el pueblo de Atenco.
En la avenida Parque
Nacional, justo frente a la entrada de Los Ahuehuetes, vimos a Ignacio Nacho
del Valle, arengando con chistes jocosos a un grupo de personas con
machetes. Le pedimos al joven chofer que estacionara la limusina a un lado del
corro. Nacho, al vernos, interrumpió su discurso, se acercó a nuestro vehículo,
se asomó por una de las ventanillas abiertas y dijo:
-A este parque llamado
Los Ahuehuetes se venía a inspirar Netzahualcóyotl, acompañado de doscientas
doncellas. Como pueden ver, la inspiración es un don que las personas de Atenco
heredamos de nuestros antepasados.
Nosotrxs, desde los asientos
abullonados, hicimos un brindis por la inspiración, entre risas, silbiditos y
arrumacos.
-¡Pero basta de risas, compañerix!
!Vámonos ya porque las comadritas y los compadritos nos esperan en la Santa
Cruz del cerro Tepetzingo, primera parada dentro de la Odisea de hoy.
Dejamos el parque y avanzamos en
caravana rumbo al cerrito Tepetzingo. La cabecera municipal de San Salvador
Atenco muy pronto desdibujó su traza urbana y desplegó la ondulante planicie
del campo, superficie antes cubierta por agua: el drenado y sometido a procesos
de “desciclo” hidrológico lago de Texcoco.
Cabe señalar que el 3 de mayo no solo
se conmemora la represión estatal contra el pueblo de Atenco. La fecha es un
palimpsesto de efemérides. Ese día se celebra uno de los hallazgos
arqueológicos más importantes para la religión católica: la “Invención de la
Santa Cruz” (invenio, en latín, significa descubrir), realizada
por Santa Elena Emperatriz de Constantinopla en el año 326. Bizantina,
empoderada y recién convertida al Cristianismo, Flavia Julia Elena estaba
empeñada en encontrar a toda costa una reliquia del Hijo de Dios. Para ello
viajó a Tierra Santa y se dirigió al Monte Calvario. Como muestra de que en
aquellos años el Cristianismo no era popular ni siquiera en Jerusalén, se
encontró con que, encima del lugar de la Crucifixión, los gentiles habían
levantado -¡oh, pagana abominación lúbrica!- un templo a Afrodita. Ofendida en
su fe, la emperatriz alzó la mano diestra y, con anillado dedo mayestático,
señaló el templo de la diosa, gesto que sus siervos entendieron y acataron con
inmediatez: al cabo de dos días, ya no quedaba en pie ni una columna del templo
venéreo: en su lugar había un agujero donde Elena buscaba reliquias enterradas.
Fue al tercer día (casilla calendárica correspondiente al 3 de mayo) que
ella misma exhumó la terrible cruz en la que tres siglos atrás judíos y romanos
habían clavado y matado a Jesús de Nazaret.
En México, los albañiles tienen el
patronazgo de la Santa Cruz, y celebran en esa fecha la fiesta de su gremio.
Asimismo, el 3 de mayo en Mesoamérica se realiza una festividad agrícola en la
que se ofrendan cosas, se realizan ritos, se truenan cuetes, se hacen bailes,
se congregan lxs campesinxs, se come de fiesta y se realizan libaciones para
que la inminente temporada de lluvias sea propicia y ayude a obtener abundantes
cosechas.
Lo más común es que el tres de mayo el
campo tenga tonalidades secas: aún no llueve, pero si todo va bien y las
cabañuelas son promisorias, pronto lo hará. Hundido en el asiento abullonado de
la limusina, bebiendo sorbitos de una infusión de ipomea camino al Tepetzingo,
contemplando a través de la ventanilla el paisaje árido de las sementeras sin
germinar (aquello tenía cierto aspecto rulfiano), recordé la leyenda
inquietante que días atrás había leído en las páginas del Recetario de
Cocina Tradicional y Lacustre de los Pueblos Originarios de Tláhuac CDMX y
Narraciones del Pasado (agradezco a mi amiga Olivia Teroba el haberme
obsequiado ese libro). En la página 33 de dicha publicación, bajo el rubro
temático de “Historias de vida de los pueblos de Tláhuac”, se lee el testimonio
del campesino Fidel Rosas Hernández, de 68 años de edad, vecino del pueblo de
Santa Catarina Yecahuitzotl:
Tres de mayo, Día del encanto
Un día subí al cerro, aquí en Tlaltenco hay varios
cerros: les llamamos peñitas. Subí por un caminito que divide una milpa
grandota. El camino llega a un potrero. Era el mes de mayo, estaba todo árido
¡muy árido! Ya no había nada de cosecha ¡y de repente!, como un manchón, divisé
un cultivo de maíz verde ¡verde! ¡Verde hasta las espigas, con sus calabacitas
y su frijol! El maíz estaba en su plenitud. Me quedé mirando y me pregunté:
¿quién sembraría? Pensé: ¿maíz pepenado? ¡No puede ser! El maíz pepenado es el
que cae durante la pizca y, si fuera el caso de que germinara, ¡no estaría así
de chulo!
Me fui con mis perros que me acompañan
siempre y, al llegar a casa nomás se lo conté a mi esposa. A través del tiempo,
le platiqué a un señor lo sucedido. Él me dijo que tal vez era el Día del
encanto: Si tú hubieras entrado ahí a la milpa, te hubieras quedado
atrapado, sin poder salir, pero tú no te das cuenta y nadie te puede rescatar
hasta pasado un año. Se dice que, antes, los viejitos te podían rescatar,
pasado un año, a la misma hora. Cuentan que el padre los preparaba para ello,
pero que, si no te rescataron ese día, tiene que pasar otro año y esperar la
misma fecha y la misma hora.
Cuentan que el tres de mayo se abren
unas cuevas en los cerros, aquí en cerro de Santa Catarina, en el cerro de la
Estrella, también cuentan que en Jalisco. Aquí trabajando en el campo, a veces
escuchaba aullar un perro, escuchaba que chillaba como si lo estuvieran
maltratando mucho. Al principio pensé en salir de mi terreno de cultivo y subir
al cerro a ver qué le pasa al animal, pero me detenía porque presentía que eso no
era nada bueno. Actualmente han pasado más de veinte años y, en ocasiones, sigo
escuchando al perro, pero allá arriba ¡no hay nadie!
***La Santa Cruz del cerro Tepetzingo***
Con una estela de polvo que permaneció unos instantes sobre el aire antes
de esfumarse, la caravana se detuvo en las faldas del Tepetzingo. Nosotrxs
descendimos, como estrellas de rock, de la limusina. Bajo la sombra de unos
pirúes escrofulosos, los compadritos y las comadritas de los pueblos esperaban
la llegada de la comitiva. El día era amarillo y gris, blanco, café y acaso,
por obra del encanto, verde. La terrosa llanura ondulante subrayaba con
visiones de sed el hecho eco-histórico de que antes todo esto era agua y el
Tepetzingo, isla. La vista del horizonte era borrosa: había mucha neblina o
humo o no sé qué. Mayo es el mes de los incendios, me dije.
La genteEn la falda oriente del pequeño
pero muy noble, sagrado, simbólico y estratégico cerro Tepetzingo [poner aquí
sus características geoestratégicas, militares...)], la Santa Cruz de madera
alcanzaba una altura de seis o siete metros. El viento movía con dramatismo los
adornos de tela y papel que la engalanaban. De fuste recto y muy firme
consistencia -diríase que endurecido por la intemperie-, el madero vertical era
un tronco que muy bien podría haber servido como palo volador, es decir,
como un poste de madera igual al que se utiliza en la Danza del volador,
también llamada Danza de los gavilanes, Danza del mono, Danza del dios del
cacao o Danza de los voladores de Papantla, según el punto de Mesoamérica donde
uno se encuentre.
De hecho, cuando vi la Santa Cruz, ese
obelisco perpendicular del sacrificio, esa aguja de canevá encuadernadora de
épocas, ese impresionante axis mundi de la resistencia popular, De
hecho, cuando vi esa Santa Cruz exhumada por Elena de Constantinopla bajo el
templo de Venus ahí en el cerro Tepetzingo, me vino a la mente la pintura que
más me obsesiona. Un óleo de título y artífice desconocidos que, de hecho, he
fantaseado robar de noche, cuando la fiesta se va con su rumba a otro lado y
solo quedan las ratas y los fantasmas de los toreros muertos.
Me refiero a ese cuadro que quienes
conocen la cantina La Faena (en la calle Venustiano Carranza del Centro
Histórico de la Ciudad de México) han visto, si practican la disciplina de la
observación curiosa.
Punteada por la solemne fiesta de una
circunspecta pirotecnia de cuetes tronadores, una ofrenda de flores, dulces y
palabras al pie de la cruz cobijó las memorias de Alexis Benhumea y Javier Cortés,
y las voces de lxs presentes hicieron eco de la digna resistencia que perdura e
inunda el territorio visible desde la cima. Lxs mayores nos contaron historias
sobre el paisaje acuático y las orquestas de pájaros que antes habitaban la
zona.
*
A continuación, nos desplazamos rumbo a
la Ciénaga de San Juan, cuerpo de agua colindante con la valla perimetral que
cerca el terreno del aeropuerto que no fue. Asistimos a una exposición
cartográfica trazada en la tierra para representar las dinámicas de flujos de
agua que alimentan el territorio y los flujos de poder que pretenden cambiar su
forma y sentido.
*
La siguiente parada fue en casa de Nieves, punto neurálgico de la lucha
y espacio de afecto, donde nuestra anfitriona nos convidó su receta y un banquete
de tortitas de ahuautle con arroz y frijoles, además de sopecitos copeteados de
salsa verde y nopales. Recuperadas las fuerzas en la generosidad de esta mujer
admirable, nos dirigimos rumbo al último lugar a visitar: la parcela de César
del Valle, prototipo de un modelo agroecológico completo que cultiva tanto
vegetales comestibles como plantas arvenses y que representa un oasis
exuberante de polinizadores, rodeado por tierras que intentan resistir a la
lógica del monocultivo. Ahí presenciamos un experimento alimentario y cultural
que, enunciado en palabras de sus creadores, plantó en nosotrxs reflexiones
sobre la familia campesina, la relación del campo de Atenco con la Ciudad de
México, la organización colectiva y otras ideas nutritivas.
[i]La correspondencia hermética entre lo superior y lo inferior −y por lo
tanto entre lo visible y lo invisible− se activa en el cuerpo del texto a
través de este tipo de asteriscos referenciales, de la misma manera como las
estrellas marinas de las profundidades y las flores de las praderas abren notas
acerca del discurso de los cuerpos celestes.
Es así como “la suprema especulación tipográfica promueve la metamorfosis
del mundo en libro”, escribió Roberto Calasso en Los jeroglíficos de Sir
Thomas Browne, obra donde hablaba de sí mismo fingiendo hablar de alguien
más:
Lo que interesa a Browne y lo que mueve constantemente su investigación de
la naturaleza es más bien una especie de teología de la naturaleza, un
desciframiento de las realidades divinas inscritas en aquel cuerpo de
enigmas. “Pues en este gran conjunto de la naturaleza hay una serie de cosas
que llevan escrito en la frente, aunque no con letras mayúsculas sino en
una suerte de estenografía y con caracteres abreviados, algo de teología, y ese
mensaje, para los intelectos más sabios, sirve de faro que guía por el abismo
del conocimiento”.
En nombre de Browne,
Calasso No era ni la primera ni la
última vez que Calasso hacía de su objeto de estudio (en este caso Sir Thomas
Browne) un elemento retórico más. Las cualidades y posturas intelectuales que
señalaba en el personaje histórico le servían para decir cosas sobre sí mismo
que la delicadeza le impedía expresar en primera persona. hizo hablaba
oblicuamente, son dos cosas que se me acaban de ocurrir.me hacen recordar el
e-pub Objetos no identificados de Pierre Herrera, donde se presenta una
página-pantalla constelada de asteriscos tipográficos sobre los que el
lector-usuario debe hacer click para acceder a distintas notas al pie de página
y de esa forma componer una narrativa que resulta siempre cambiante.
[ii]
“¿Dónde estoy? / ¿Dónde me veo? / ¿Tal vez
allá, / donde dejaron dicho los ancianos, / Nuestros antepasados, nuestros
abuelos, / en la Tierra florida, Xochitlalpan, / en la Tierra de nuestro
sustento, Tonacatlalpan?”
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