viernes, 13 de noviembre de 2020

historia del Anarquismo en México (pedacera de las voladoras de papantla III)

 


Plotino Rhodakanaty fue el primer abogado de la teoría anarquista en México.

Nació en Atenas el 14 de octubre de 1828.

Su padre fue un mártir en la guerra de independencia contra los turcos y murió cuando Plotino era pequeño.

Su madre lo llevó a Viena con la intención de que estudiara medicina.

Pero Plotino se convirtió en un grillo defensor de la independencia de Hungría y viajó a Budapest para participar en el levantamiento abortado de 1848.

Ese mismo año se mudó con su familia a Berlín, donde adquirió interés por la filosofía política; primero admiró a Hegel y después a Fourier y Proudhon.

En 1850, inspirado por el libro ¿Qué es la propiedad?, viajó a París con la intención de conocer al teórico anarquista que lo había escrito.

A su regreso, el joven Rhodakanaty abandonó la medicina vienesa y se mudó a París para estudiar filosofía política.

En la capital del siglo XIX, se dejó crecer la barba y encontró tiempo para estudiar idiomas, siete en total.

También escribió su primer ensayo filosófico: De la naturaleza.

Un día, entre sus jóvenes amigos socialistas, conoció a un mexicano que le habló de las declaraciones del presidente Ignacio Comonfort sobre la reforma agraria y su invitación a los extranjeros para que fueran a México a establecer colonias agrarias. Las noticias lo entusiasmaron y decidió viajar a ese lejano país para promover que las nuevas comunidades agrícolas se organizaran en comunas basadas en conceptos socialistas utópicos. A punto estaba de zarpar cuando recibió noticias de la caída del gobierno de Comonfort y del inicio de la guerra de Reforma, por lo cual decidió aplazar el viaje transoceánico. Mientras tanto se trasladó a España para perfeccionar el idioma castellano. Estuvo en Barcelona. Ahí, a principios de 1861, supo del triunfo de Benito Juárez. Se embarcó hacia México. Arribó a Veracruz y se enteró que las colonias agrarias planeadas por Comonfort se habían diluido y olvidado en el caos de la guerra y las enfermedades tropicales.

Sin arredrarse, comprobó que los campesinos mexicanos, en sus pueblos tradicionales, vivían según las ideas básicas de Fourier y Proudhon, pero que estaban siendo oprimidos por el despojo de los hacendados y la insensibilidad de un gobierno indiferente.

Se decidió entonces a organizarlos y a construir por su propia iniciativa un sistema socialista de colonias agrarias.

lunes, 9 de noviembre de 2020

La pedacera de las voladoras II

El sábado 17 de mayo de 2019, a las 13 horas, colgados de las cuerdas del palo volador ubicado frente al Museo Nacional de Antropología e Historia de Chapultepec, cuatro danzantes fallecieron durante la ceremonia. Al llegar al suelo, tras los giros aéreos, sus cuerpos se hallaban sin vida. Todos ellos tenían clavados en los brazos, piernas y abdomen, varios dardos que, según dictámenes de la policía forense, fueron disparados con cerbatanas desde los árboles cercanos. Sin embargo, los resultados de las biopsias indicaron que los proyectiles no portaban ningún tipo de veneno, que las incisiones eran poco profundas y que no habían impactado en zonas mortales del cuerpo. Al final, tras revisar los análisis de química sanguínea, se dictaminó que la causa del deceso, en los cuatro occisos, había sido la intoxicación por la mala calidad del aire debida a los incendios forestales en los alrededores. Lo cual quiere decir que no hubo victimarios y que, al menos en ese caso, las ya por entonces legendarias Asesinas de los Voladores de Papantla no tuvieron vela en el entierro. Después de todo, ¿quién demonios iba a creer el cuento de unas sicarias inspectoras de sueños? Entonces, ¿por qué este libro se titula de esa manera? ¿Acaso no me doy cuenta de que postular mujeres culpables/asesinas/vengadoras/criminales resulta, a comienzos de la segunda década del siglo XXI en México, algo problemático? Gente bienintencionada ha tratado de disuadirme del título de mi obra. No saben que he visto y oído cosas; que he tenido sueños reveladores y he descifrado códigos en las nubes y en los cauces de las aguas negras, en los ruidos nocturnos de las cañerías. A todos les advierto que la realidad es más compleja de lo que parece, y que, de encontrarme en la encrucijada, para mí sería un dilema elegir entre dedicarme a matar voladores o morir como uno de ellos.