martes, 22 de enero de 2019

Ahora mismo


Cuando se está bajo el influjo de la mariguana (como ahora mismo), los mecanismos mentales se vuelven más caóticos y las ideas más irrecuperables. En su estudio sobre los efectos del hachís, Baudelaire llamó rapsódicos a los pensamientos narcotizados. Con ese adjetivo se refería tanto a los relatos compuestos por fragmentos misceláneos, como a la figura del rapsoda, recitador de epopeyas. Una historia contada por alguien que junta retazos de otras historias, tal es lo que sucede en la mente cuando se consume mariguana. Eretismo neuronal. ¿Dónde surgió la idea que ahora me ocupa?, se pregunta, perplejo, el mariguano, y su duda es en el fondo una preocupación por el origen de los pensamientos. Preocupación irresoluble porque ninguna idea, por independiente y disparatada que parezca, surge de la nada sino que es derivación de una previa que a su vez se originó en una anterior surgida de otra y otra: vertiginoso regressus que se remonta al primer impulso mental ocurrido al nacer o incluso antes. Derivaciones y contaminaciones de la primera sinapsis. Se necesitaría una memoria portentosa para llegar a ella, pero si alguien lo lograra se disolvería en su espantosa simpleza, semejante a una cegadora sensación amniótica. Aunque, bien vista, esa idea primordial no es el kilómetro cero de todas las ideas: su origen es previo a su propia existencia, se encuentra en la carga genética heredada de los antepasados, en la paulatina y paciente evolución que todos los seres vivos comparten, en la reminiscencia de los reptiles o en el sustrato ictiológico, en la forma de organización de las bacterias, en reacciones químicas sucedidas hace millones de años en los abismos de mares primitivos. Un pasado remoto que contiene en potencia todo lo que ocurre en la mente humana.

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